Cómo iniciar una conversación

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¿Te han presentado alguna vez a alguien y os han dejado a solas para que habléis?, ¿Has conocido a algún familiar de tu pareja y no has sabido de qué hablar?, ¿Te han asignado un nuevo compañero de trabajo que no conoces de nada y tienes que pasar toda la jornada laboral con él? Iniciar una conversación es, para muchos, una experiencia muy desagradable. Temen hacer el ridículo, a ruborizarse, a empezar a tartamudear, a no saber responder a las preguntas de la otra persona, etc. Por otra parte, sienten que sería mucho peor que reine el silencio, un silencio incómodo para ambos interlocutores. ¿Hay alguna manera de iniciar conversaciones de forma natural y relajada?, y lo más importante: ¿Se puede llegar a disfrutar al conocer a una persona y entablar conversación por primera vez? La respuesta es un rotundo sí.

Lo primero que tienes que saber es que la habilidad de iniciar conversaciones es eso, una habilidad; y como todas las habilidades se puede aprender. Sin embargo, muchas personas creen que para ser un buen comunicador hay que nacer con ello. Quiero, y necesito, que antes de continuar leyendo sepas que nadie nace con la habilidad de ser elocuente. Los niños pequeños aprenden a hablar y a comunicarse con las personas de su entorno, y quiero recalcar la palabra “aprenden” porque es eso mismo lo que hacen, adquirir un conocimiento y habilidad que antes no poseían. Son las experiencias vividas, los complejos de la adolescencia, juventud y edad adulta los que hacen que no fluya algo tan natural como la comunicación entre dos personas. 

Una habilidad se desarrolla por medio de la práctica. 

Puedo apostar todo lo que quieras a que, cuando eras un precioso bebé, no sabías decir ni algo tan simple como “Mamá”, ya no te digo pronunciar la palabra “Hola”. Pero puedo seguir apostando a que cuando empezaste a decir tus primeras palabras pocas personas fuera del ámbito familiar te entendían al cien por cien todo lo que hablabas. Menos mal que, en aquel entonces, no tenías  conocimiento de este hecho, pues de lo contrario hubieras dejado de hablar por vergüenza a lo pudieran pensaran de ti los demás de tu escaso vocabulario y tu falta de pronunciación correcta; hubieras dejado de hablar, y todo el avance hasta entonces lo hubieras perdido, convirtiéndote en una persona incapaz de comunicarse lo más mínimo con los demás.

Con lo expuesto anteriormente quiero que entiendas que un progreso no se puede parar por no obtener inmediatamente los resultados deseados, pues entonces no tendría sentido llamarlo “progreso”. Vas a aprender a comenzar y mantener conversaciones con cualquier tipo de persona, sea esta niño, adolescente, joven, adulta, mayor, hombre, mujer, conocida, desconocida, del ámbito laboral, familiar o social. Lo único que te pido es que vuelvas a hacer algo que ya hiciste en el pasado y te ha dado excelentes resultados: NO RENDIRTE. Al igual que cuando empezaste a hablar y no paraste hasta conseguir expresar miles y miles de palabras con miles de combinaciones entre ellas (una auténtica proeza), no pares de poner en práctica las técnicas que te voy a explicar más adelante hasta que te sientas una persona satisfecha con el progreso logrado. 

Ayuda a hablar a tu interlocutor.

Puede parecer extraño, pero tu misión va a consistir en lo siguiente: cuando te encuentres en una situación incómoda, en la que ninguno de los dos habla, vas a ayudar a la otra persona a que pueda expresarse con naturalidad. Aunque no lo creas, esto tiene su lógica. Dos personas que están calladas por no saber empezar una conversación están muy ocupadas en sus pensamientos, ¿sabes que piensan? Piensan en cómo pueden iniciar una conversación, en que tema van a sacar y si será de interés para la otra persona, en qué van a contestar si se les formula una pregunta, etc. En pocas palabras: cada persona piensa en sí misma, en lo que puede hacer y no hacer para salir de esa situación incómoda. Lo último que pensará la persona que está delante de ti es: “¿Qué pasa?, ¿Por qué no me habla?, ¿Acaso no me podría preguntar sobre esto o lo otro?, ¡qué mal que esta persona no sepa comunicarse!” Por el contrario su pensamiento es este: “¡Dios mío que vergüenza! ¿De qué puedo hablar?, ¿Le gustará este tema, o mejor este otro?, ¿Qué pensará de mí?, ¿Qué hago?” 

Ten por seguro que si los dos estáis callados es porque ninguno se atreve a iniciar la conversación, de lo contrario, te puedo asegurar que la otra persona ya te estaría preguntando infinidad de cosas, queriendo conocer más acerca de ti.

Por lo tanto, la próxima vez que te encuentres ante el silencio entre tú y otra persona, ayúdala a salir de un estado de inseguridad y timidez. Si me dices que tú también sientes inseguridad y timidez, lo podría entender… si delante de ti se encontrara un grandioso conferencista, un exitoso presentador de radio o televisión, un alto cargo del gobierno, etc. Pero esa persona que tienes delante está tan descolocada e insegura que no le salen las palabras. Puede que piense que eres una persona elocuente y que está quedando mal ante ti, y que no hablas para ver si se decide de una vez por todas a empezar la conversación. Hazle un favor: relájala, tranquilízala, dale la oportunidad de destensarse; tú sabes muy bien lo mal que se pasa en esas situaciones.

Hace tiempo yo también he vivido situaciones en las que no he soltado palabra debido a la timidez e inseguridad y miedo al ridículo, pero decidí que a partir de entonces iba a ayudar a crear un ambiente relajado y seguro. No sabes cuanto te agradecen los demás que en situaciones como estas les ayudes a hablar, pruébalo, es una experiencia muy gratificante, se te va la timidez al instante.

Da el primer paso.

“¡Uff!... ¡casi nada!, ¡dar yo el primer paso! ¿Y de qué hablo?, no sé sus gustos ni sus intereses, no se nada de esta persona.” Puede que este pensamiento te resulte familiar. Bien, ahora quiero que sepas que hay un tema del que siempre vas a poder hablar y del cual te aseguro que la otra persona va a estar interesada muchísimo en él: La persona en sí. No hace falta hablar del tiempo, de los amigos en común o de otro tema. Si hay algo realmente importante para nosotros, eso es nosotros mismos. Si no sabes nada sobre la persona que tienes delante, es el momento ideal para conocerla; al fin y al cabo es la base de toda relación humana. No intentes hablar del tiempo, el trabajo, la economía del país, música o cine como si fuera una amistad de toda la vida, eso no es natural. No conoces a la persona ni sus gustos, a ella le pasa lo mismo sobre ti. ¿Qué mejor momento para saber el uno sobre el otro? Pero ten por seguro que si ha pasado un minuto, eterno por cierto, y la otra persona no ha hablado, te está pidiendo a gritos que por favor hables de algo para que se pueda sentir mejor. ¿Qué dirás entonces? 

Las técnicas.

• Haz preguntas de opinión, que son las que no se pueden responder con un sí o un no:

En vez de preguntar “¿Te gusta este sitio?”, mejor pregunta: "¿Qué opinas de este sitio, cómo lo ves?”

• Haz declaraciones sonrientes que destensen y provoquen la empatía de la otra persona:

“Te hablaría de muchas cosas, pero no sé tus gustos ¿Hay algo que te apasione?”

Si te das cuenta, la respuesta que tiene que dar la persona es mucho más extensa que la pequeña pregunta que le has formulado. Esta pregunta la puedes utilizar siempre que quieras, de hecho, puede ser la que siempre utilices al conocer a alguien, te sorprenderás de los resultados.

¿Qué pasa si el tema que le apasiona a la otra persona lo desconoces por completo? ¡Excelente!, pide que te cuente más, sencillamente porque desconoces ese tema y te parece interesante. Puedes preguntarle: “¿y cómo descubriste esa pasión?, no se mucho del tema, pero me parece muy interesante”. 

Pero ¿Qué pasa si lo que le apasiona a la otra persona no te apasiona a ti?  Muy sencillo, se cortés y pide que te cuente más sobre ello. Puedes estar convencido de que no le pesará hablar sobre algo que le apasiona. En este momento no se trata de hablar sobre lo que a ti te gusta, sino de ayudar a la otra persona a que se relaje, ya tendrás ocasión de hablar de tus pasiones cuando te lo pregunte.

Si estás ante un familiar, o futuro familiar, que no conoces, ¿Cómo puedes iniciar la conversación? Si sabes que vas a conocerla, pide a quien te la va a presentar que te diga cuales son sus aficiones. Si llegas a encontrarte en la situación de estar a solas con el familiar puedes iniciar la conversación diciendo algo parecido a: “Me han comentado que es aficionado a…”, o “Creo que es aficionado a… y me parece una afición interesante. ¿Cómo llegó a apasionarle?” Que te intereses por los familiares es algo que causa muy buena impresión, por lo que si no has podido averiguar sus gustos y aficiones, nada mejor que recurrir a la pregunta comodín de antes: “le hablaría de muchos temas, pero no sé sus gustos ¿Hay algo que le apasione?” Ten en cuenta que tienes que estar preparado por si te preguntan sobre tus aficiones, aunque no creo que te cueste dar una respuesta maravillosa, pues tratándose de una afición tuya seguro que sabrás del tema mucho más que la otra persona.

Recuerda las conversaciones.

Una vez que hayas hablado con una persona recién conocida y estés en tu casa, anota sus gustos, preferencias y demás temas sobre los que hablasteis. Esto te permitirá recordar, en caso de que vayas a verla nuevamente, los temas que le interesan. La persona que habló contigo se sorprenderá al ver el interés genuino que demuestras en ella, pues recuerdas la conversación; y las cosas que se recuerdan son aquellas que consideramos importantes.

Practica, persevera y…disfruta.

Sí, es lo que toca ahora, practicar. Te aseguro que la próxima vez que estés ante una persona que no suelta palabra le transmitirás la calma, simpatía, interés y seguridad que todos necesitamos en las relaciones sociales. No dudes de tus capacidades, serás un excelente conversador o conversadora que disfruta conociendo a los demás; confía en mí, yo confío en ti.

Para convertirte en un buen conversador te recomiendo el artículo: Cómo tener buenas conversaciones.

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